Cuando llegue a casa y la vea vacía
no habrá nada por aparecer,
pareciera que nuestra cotidianidad se ve interrumpida,
por azares e imprevistos
que de manera fortuita nos muven del nido.
Cuando llegue a casa y no vea tu sonrisa
querré llorar por sentirme ausente,
me darán ganas de alcanzarte
y de buscar a nuestra más pequeña versión de amor,
de tomarlo entre mis brazos y arrullarlo,
y a tí con él,
y a mí contigo.
Abel, Jimena e Inés
Hace 14 años
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