Así es...
esta es el alma de un demonio solitario,
la maldita realidad que muerde su conciencia...
y el tiempo provoca una herida abierta
en su estúpido esternón,
una herida sangrante,
una que jamás se cerrará, estando ahí...
¡para siempre!
Sin redención,
sin olvido,
sin calma,
sin silencio,
sin llanto,
únicamente estando ahí... sólo,
tan sólo...
y nada lo cambiará... sólo,
sumergido...
en un profundo pozo de dolor.
Abel, Jimena e Inés
Hace 15 años
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