miércoles, enero 02, 2008

Nadeshda

Etílica y beoda masculló; en medio de una maraña de ruidos, ojos ajenos no han visto su memoria, quizá jamás lo lleguen a hacer....

Rompe estoicamente el canto del juglar que brinca por los huecos de su mente, que tapa sus sentidos hacia la vida que gira con ansia en su alma...

Sola, ata más recuerdos a su cadena y con su mirada todo lo pinta de negro, olvidándose de sí misma y recordando aquello que nunca existió...

Sólo tormento, castigo insidioso, creado por ella misma:¡Nadeshda!, cuyo nombre viaja con cada acorde, desde la taiga hasta su vientre...

Epopéyico juramento que a nadie atañe, y cual caballo salvaje destroza su voz, su palabra, su talento, con la amargura como jinete...

Su parentesco con el arte es su propio estigma: la cordura de su mundo contra la demencia de los demás...

Sólo porque Nadeshda no tiene rosa ni tres volcanes qué cuidar, ni atardeceres a placer sólo se tiene a sí misma y a nadie más...

Hoy marchita su salinidad lúdica y platicando con el diablo se deja llevar al pecado mismo que su mente ha creado...

Pronto el oeste morirá de angustia y su rebeldía en locura fenecerá, sólo Nadeshda podrá salvarse por sí misma y en ella está su solución...

Nadeshda, hija de Sarjov, mírate, observa tus manos juguetonas y encamínalas a tu destino, sólo así tus alas no perderás...

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