jueves, diciembre 27, 2007

Diálogos crípticos

I

- ¿Qué miras?
- Veo más allá de tu recuerdo...
- ¿Y qué hay ahí?
- Nada. Sólo vacío... sueños que jamás compartimos, y luego nada, sólo vacío...
- ¿Entonces qué fue lo que pasó?
- Un engaño... una ilusión... la locura desbordada y volcada en la sombra, aferrándose al deseo del viento, envejecido ante su propio reflejo...
- ¿Y ahora... qué pasara?
- No lo sé... quizá el camino se bifurque y la sombra cubra nuestros rostros, y el silencio asesine nuestras palabras y cubra con su manto nuestros oídos, quizá olvidemos nuestros nombres y jamás nos acordemos que existimos...
- Lo siento...
- Yo no... así debió ser... la magia desapareció y la desilusión me muestra por su ventana al mundo... un mundo, el mundo sin tí...
- ¿Por qué?
- Porque así será hasta que vuelvas a llamarme... si aún recuerdas quién soy.
- Temo que no vengas.
- La respuesta no está en mí, sino en tu alma... en ese gran enigma que conforma tu ser... aún para tí...
- ¿Por qué te marchas?
- Porque nada tengo que hacer aquí... no soy necesario para que el sol vierta su semilla luminosa en tu reino, además mi otra parte reclama verme una vez más entero, hacía mucho que no volvía al vacío, al mutismo necio que requiere el análisis del mundo...
- ¿Acaso éste es el adiós?
- Lo será en la medida que tú lo requieras...
- Entonces adiós... ¿Por qué no respondes?
- Porque ya me he ido.


II

- Has regresado.
- Así es...
- Pero eres diferente.
- Lo sé...
- ¿Más triste acaso?
- No. Más solo.
- ¿Duele eso?
- Eso lo sabes mejor que yo.
- ¿Qué haces aquí?
- Sigo mi camino... solo.
- ¿Así nada más? ¿Sin emoción?
- Así es...
- ¿Tu camino te trajo hasta aquí?... Precisamente hacia donde estoy.
- Así es...
- ¿Por qué?
- Porque no me has dejado partir del todo... porque tus necesidades me han llamado.
- Eso no es cierto...
- Si así fuera, no usarías mis oídos para verter en ellos tus penas...
- Pero nadie te pidió que escucharas...
- Es verdad...
- ¿Y por qué estás aquí?
- Nuestras sendas volvieron a encontrarse, nada más.
- ¿Cuándo llegaste?
- Antes de que siquiera lo notaras... cuando jugabas con el hijo preferido y con el héroe troyano...
- ¿Y tú con quién estabas?
- Con la hija del campo, la esposa del profeta, la alianza de demonios y con tu recuerdo.
- ¿Con mi recuerdo?
- Jugué a que lo olvidaba.
- ¿Y qué sucedió?
- Sólo logré acostumbrarme a él, siempre es el mismo... pero sin emoción.
- Es triste...
- ¿Qué se le puede hacer?
- ¿Y qué harás ahora?
- Seguir mi camino.
- ¿Por qué ahora que has vuelto?
- Porque temo perder el valor de dejarte ir...

III

- Odio que la gente muera...
- ¿Por qué?
- Porque después de un tiempo llegas a extrañarla y no puedes remediar eso...
- También se extraña a los vivos y eso tampoco tiene solución en algunos casos.
- ¿Como en cuáles?
- Como cuando te extrañas a tí mismo...
- Eso es fuerte.
- Como el sonido de un trueno en el interior de un vaso demencial, como el grito de una loba ante el cadáver de su protector a la luz de una luna de sangre en un desierto de hielo, como los versos que se guardan en el olvido y se representan en uno sólo, como las palabras que no encuentro para definir ese sentimiento, pero que sé que ahí están...
- Es difícil ser azul y dorado a la vez. Ser cielo abisal y cruento redentor de sí mismo.
- ¿Otra vez acertijos?
- No. Preparo la siguiente cuestión que a mi lado se formule.
- ¿Cuándo hablarás claro?
- Siempre lo hago...
- ¡Mentira!
- Entenderás lo que diga cuando sepas de qué hablo. Si escuchas mi voz con atención desde el fondo de tu alma. En mis palabras está la solución de lo que llamas acertijos. Abre tu mente y tu corazón y lo entenderás...
- ¿Cuándo será eso?
- Cuando yo no esté más a tu lado. Cuando me encuentres lejos.
- ¿Por qué?
- Porque así llegarás a extrañarme sin que me haya marchado.

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