jueves, diciembre 27, 2007

Me pesa mucho tu tristeza

Me pesa mucho tu tristeza
y saber que de mi boca ha salido su motivo,
me duele mucho no ser siempre estrella
y opacarme ante tus ojos mi cielo,
llevo tu llanto en mi pecho
y tus lágrimas me abrazan la vista,
me duele tanto no distinguir el tiempo,
y dártelo entero mi cielo.

Es difícil dejar el yelmo
cuando toda tu vida has sido guerrero,
más difícil es dejar las batallas de una sola espada,
sabiendo que en tí puede más mi independencia que mi muerte,
a veces me maldigo por llevar en la sangre tal fortuna y suerte,
he de saber que no siempre he de ser brillante caballero
cuando hago a un lado en pos de la lucha,
el recuerdo de mi amada.

Habrá mil tempestades que nublaran nuestro firmamento,
algunas otras ocasiones serán emotivos y dulces los momentos,
pero,
amor mío,
ayúdame a discernir entre lo gris y lo cierto,
y darle morada en nuestra vida al tiempo correcto,
yo no sé combinar caricias con dagas,
ni abrazos de amor con tormentos,
yo sé de dejar de luchar hasta la última gota de sangre derramada,
y posteriormente recibir en el corazón la dulce brisa de tus cabellos.

Amor, no siempre llevaremos nuestro blasón a cuestas,
habrá batallas de las cuales ni siquiera nos enteraremos,
hasta que seamos tiernos juglares compartiendo victorias en la mesa,
o lloremos orgullosos y serenos por los caídos en campos externos.

Sea así,
que el llevar tu recuerdo a veces me basta,
para luchar con valor y fortuna con tu sonrisa en el alma,
siendo más ligera la pena de tenerte en plena batalla,
porque sé que en tu tierra también habrá guerras que dependan de tu daga,
habrá momentos en que los frentes nos tiren al suelo,
entonces las manos que ayuden serán la salvación del evento,
y quiero que sea la tuya la que me levante en cierto momento,
y no cansarla o tenerla ociosa observando cómo despliego tormento.

Demos al tiempo su cierta razón y lugar en el fuego,
para amarnos en tiempos de paz
y apoyarnos cuando venga el infierno,
seamos como amorosos engranes encargados de su propio funcionamiento,
porque si fallo yo, sufrirás tú,
y si fallas tú, la tristeza me hará prisionero;
no es que en mi alma rechace tu beso,
ni que me ahogue tu abrazo de fuerte deseo,
sino que si estoy con el arma en la mano
tal vez pueda hacerte una ofensa,
por la calidad de la sucia razón que la blande en batalla,
que me nubla la vista y me ciega por completo el alma,
pero jamás será porque no te ame,
o dejes de ser de mi mundo la fuerza.

Soy un guerrero enamorado de un dulce ángel de fuego,
y si por amarte habré de arder,
será con el gusto siempre nuevo,
pero si en batalla me pierdo y por banal quedo ciego,
confío en tus tiernos milagros para dar calma a mi desasosiego.

Por favor,
dulce amor de mi vida,
ayúdame a ser guerrero tierno y sincero,
acude a mi lado en respuesta a mis más fervientes rezos
que por más batallas que libre, jamás dejaré de mirar al cielo.

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