jueves, diciembre 27, 2007

Maldito Adán

Pregúntale a los ángeles dolientes
cuántas veces he danzado con la locura
encerrado con mis pecados más siniestros
bajo una tormenta de sangre impía.

He manchado las ventanas
con la languidez de la espera,
imaginándote toda de jade,
ajena a la realidad;
explorando las cicatrices
que tu ausencia me ha provocado,
atormentándome por ignorar
qué será de tu sombra,
siendo testigo mudo
de amaneceres y ocasos tan fatuos,
mientras te regocijas
en tu papel de Eva
en un edén ajeno.

Te he buscado
en aquellas calles
llenas de amarga furia
y oscura melancolía,
para salvarte del sufrimiento
que te provoca la despedida
de tu orgullo,
y llevarte a nuestro hogar
que reclama la antigua rutina
de la muerte diaria de nuestro amor.

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