jueves, diciembre 27, 2007

Ordalía en la mar

En aquella ocasión me encontraba a la deriva,
en el centro de una tormenta,
sufriendo los embates de un mar embravecido.

Grandes olas comenzaban a cubrir mi bote
y cada una de ellas deslavaba mi esperanza
de salir de aquella situación.

La lluvia inclemente,
empujábame hacia el fondo
de ese abismo salado y oscuro,
tal pareciera que no tenía salvación.

De pronto,
una sensación de calor crecía
gradualmente adentro de mi pecho,
y un par de estrellas comenzaron a abrirse paso
entre las nubes de tormenta,
esas luces maravillosas iluminaron a todo mi ser,
y comenzaron a llamarme a su lado
con la promesa de alcanzar con ellas
un nuevo amanecer.

De ahí saqué la bravura y la fuerza inaudita
que me ayudaron a sortear
el holocausto de agua y cielo,
sin embargo, su poder sombrío
parecía llegar a someter mi recién acerada voluntad…
entonces unas alas blancas y plateadas me cubrieron,
protegiéndome de la furia de un mar cruel y receloso.

Nuevamente,
las estrellas brillaron con tal intensidad,
que se apartaron las tinieblas,
señalándome una nueva ruta…
Eran unos rayos tan fuertes que atravesaron mi corazón,
en ese momento,
una lágrima empañó mi sonrisa,
más, aún así, me levanté y extendí los brazos
con la mirada hacia el cielo
para recibir en pleno esa nueva sensación…

No recuerdo bien lo que sucedió después,
pero de algo si estoy seguro:
que tu mirada me salvó de la tempestad
y ahora llevo tu recuerdo grabado
con el cincel de tu ternura en mi corazón.

Y a veces dudo si fue verdad o tan sólo un sueño,
por el hecho mismo de amar a un ángel
tan inalcanzable y etéreo
como hermoso y adorable,
tal como lo eres tú…

Ahora…
de hecho,
la tormenta ha regresado…
pero sé a dónde mi barca dirigir,
quizá sea locura mi puerto tan deseado,
pero quiero dirigirme hacia ti…

No ansío otra cosa más
que poder tocar tu puerto,
y el agua clara
de tu manantial beber,
ser por vez alguna
elemento puro de tu cielo,
sentir el abrazo de tu arena,
y escuchar de tus alas el batir…

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