jueves, diciembre 27, 2007

Réquiem por la Bestia

Hace tiempo que la bestia murió,
y en su cortejo siseaba el viento,
mismo que su agonía acompañó,
mismo que observaba su tormento.

Partió de las tierras de los cielos
y los ángeles nunca lo miraron,
caminó cuesta abajo, a los infiernos
y los ángeles ni siquiera se enteraron.

Nadie rezó por su alma
misma que ahora se pudre,
en el cielo no existe la calma,
misma que su cadáver consume.

Sólo el sabio mantuvo su pista
pero el eco revolvía los rencores,
no hubo lucha antes vista
en donde la magia robó los honores.

La bestia buscó en los fuegos
la joya siempre extraviada,
con demonios demostró ser eterno
y el olvido en su alma anidaba.

A los ángeles se les castigó su pecado,
mismo que el divino provocó,
la bestia muerta hacia el mar ha remontado;
y a su espalda, el cielo se derrumbó.

Mil hazañas tiñeron su historia
y la bestia en leyenda se volvió,
“aún en la gloria, el cielo se añora”
en su mortaja, la bestia gritó.

Exodo trágico, destino epopéyico,
la bestia que humanidad fundó,
el fuego de origen, a su hogar colérico
su alma al final retornó.

El divino ha caído y los ángeles viven,
la bestia ha partido y el sabio observa,
la fuerza y la inspiración, dicen,
fueron el equipaje de la bestia.

El sabio teme su propia muerte,
otorgada por su conocimiento,
y un ángel con su misma mente,
habrá de regalarle ese sufrimiento.

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